Cultivadas sobre el mar en viejas terrazas con suelo calcáreo estéril, las uvas maduran al sol radiante. Ibiza siempre tuvo algo mágico, incluso místico. El viñedo está en el medio de la nada. No hay rutas, solo las rocas, la tierra, el mar y el sol.
La composición de las uvas varía año a año, depende de las mejores uvas cosechadas. Usamos una base de Cabernet Sauvignon, Monastrell y Syrah, seleccionadas por el enólogo Alain Bramaz, porque se adaptan de forma óptima al clima de la isla y a las condiciones del suelo. El vino se produce enteramente a mano en pequeñas cantidades.
Inusual y sorprendente, una expresión espiritual de la isla. Muy limitada disponibilidad.